errantes en los bosques y praderas; pero otros, los establecidos en las tierras elevadas, constituían nacionalidades y habían alcanzado cierto grado de civilización, como lo demostraron las ruinas de construcciones monumentales, á las cuales nos hemos referido más arriba, descubiertos en el N., Centro y S. de América, sobre todo en Méjico, Centro América y Perú.
La conquista y colonización europea, detuvo los progresos de esta raza; cayeron los imperios mejicano y peruano y como en la Australia, como en todas partes á donde va nuestra raza, la población indígena comenzó á decrecer rapidisimamente, y hoy no llegan á 13 millones los americanos de pura raza que hay en el Continente, dé los que 3 millones se hallan aún en estado salvaje, unos, completamente independientes, otros, como los Pieles Rojas de los Estados Unidos, acantonados en territorios del interior y envueltos por la raza sajona, que de día en día los va estrechando más.
Las tribus salvajes viven aisladas ó confederadas, con jefes ó caciques electivos en unas partes, hereditarios en otras; pero limitada siempre su autoridad por las asambleas de americanos ó de guerreros,
Pasamos por alto, lo referente á las razas indígenas de la América del Norte, por limi-
