Desde sus más tiernos años, dió muestras de su gran disposición para la poesía, y conducida á los ocho de edad á Méjico, en compañía de su abuelo materno, aprendió en muy poco tiempo, bajo la dirección de un tío suyo, el idioma latino, la Retórica y la Filosofía.
Dedicada á diversos estudios graves y de recreación, sobresalió en todos ellos de tal modo, que fué la admiración de la corte del Virey Marguis de Mancesa.
Uniendo á su talento precoz y carácter amabilísimo, una hermosura extremada, no es cosa extraña que pretendieran su mano muchos jóvenes de las familias más ilustres de Méjico.
Uno de estos, supo conquistar su corazón, pero la muerte le sorprendió antes de que se celebrase el matrimonio.
Juana, entonces, vivió apartada del mundo y consagrada al estudio de las ciencias.
Muertos sus padres, distribuyó á los pobres su patrimonio y, cediendo, según Calleja, que no habla de los amores citados, á una irresistible vocación religiosa, profesó muy joven en el Convento de la Orden de San Jerónimo, en la última ciudad citada.
En dicha casa religiosa, se hizo también muy pronto célebre, por su virtud, religiosidad, elevado talento y profundos conocimientos.
La fama de su saber era tal, que todos los
