des y así, por ejemplo la vemos, en el famoso día 5 de julio de 1807, con motivo del supremo esfuerzo hecho por el ejército inglés para apoderarse de la capital, batirse al lado de los soldados españoles é indígenas, con ardor y entereza propios de hombres aguerridos, y luchar desesperadamente, hasta conseguir la victoria y arrojando desde las azoteas, balas, bombas, ladrillos, metralla, agua y aceite hirviendo.
En 1865, durante la guerra llamada del Paraguay, dió una nueva prueba de su potencia y de su vigor guerrero en días supremos para la patria, formando batallones juntamente con adolescentes y aun niños, y peleando con denuedo, cuando las huestes formadas por hombres jóvenes y viejos quedaron tan maltrechas que no podían hacer frente al enemigo.
No en balde, corría y corre aún por las venas de las uruguayas, la ardorosa sangre de aquéllas primitivas razas charruas, chanás y otras que dieron origen á las presentes generaciones y combatieron á Juan Díaz de Solís, y 4 los suyos, allá por los años de gracia de 1516, fecha del descubrimiento de esta rica América Oriental.
