yan debates sobre la política, los cuales dan el trasunto de los errores ó de las antipatías del dueño de la casa.
La prenda más útil y simpática, es la de la hospitalidad.
No ha muchos años, la simple recomendación de extranjero, era un título para ser admitido.
La afluencia inmensa de inmigración, después de la caída del gobernador Rosas en 1852, ha entibiado la grata confianza.
La llaneza para hospedar al caminante es más notable hoy en el interior de la República.
El viajero pide ser alojado en una estancia, en una granja ó en un pobre rancho; aunque se demore ó se detenga días, no es menos suave por esto la jovialidad con que se le dan los buenos días, con que se le convida con el mate, con que se le brinda con un buen asado.
Bajo otros aspectos se echan de menos en Buenos Aires la originalidad que da colorido á los episodios más vulgares.
Los bailes del Club del Progreso, los saraos por subscripción, las máscaras no siempre ingeniosas del indescriptible Carnaval, han substituído á las tertulias improvisadas, donde las muchachas del barrio se convidaban unas á otras y en que los caballeros eran, en gran parte, convidados de sí mismos ó conocidos del sobrino de la tía, de la vecina de enfrente.
El lujo estaba proscripto en esas reuniones
