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MUJERES DE AMÉRICA

cielito, baile criollo que imita algunas de esas danzas españolas en que se derrama la sal de Andalucía y en que aparece una especie de combate entre el pudor y la desenvoltura.

Como en todos los climas meridionales, la música y el canto inspiran un gusto genial á los argentinos.

Al través de las rejas ó discretas persianas de las ventanas á la calle, suele oirse á deshoras la melodía de las mejores óperas y la voz pura de alguna niña puesta en ese momento bajo el patrocinio de las musas.

La afición al teatro, es general, y sobre todo al teatro lírico, y ese es un campo en que se abusa de la facultad de que las niñas arrojen flores y hasta sus pañuelos al proscenio.

No es extraño, pues, que los comentarios de la función, y aún las peripecias de dentro de bastidores, tengan lugar demasiado amplio en la conversación de las concurrentes á la cazuela, ese Olimpo inaccesible á los profanos, donde el cetro es el abanico, y donde se impera sobre las regiones inferiores con la mirada y hasta con la esquivez.

El matrimonio, ese edén para algunos, ese árido escollo para otros, ese campo de orégano para unos cuantos, era, no há muchos años, el desenlace usual de una pasión consentida ó contrariada.

Los amantes, tan finos como los de Teruel, no