dés Mendoza, Matilde Troncoso (Raquel), Ursula Céspedes de Escanaverino, Virginia Auber, cronista brillante y notable que prodigó profusamente su ingenio en la prensa, especialmente en el «Diario de la Marina» y en la «Gaceta de la Habana»; la condesa de Merlín, autora de «Sor Inés» y de «Mis doce primeros años,» y Luisa Pérez, la cantora de «Ossiau.» Todos estos nombres de damas de gran alma y gran cerebro han bordado con su talento y con su pluma una orla de honor para la historia de su país.
«La mujer de Cuba, -dijo un poeta-, será siempre grande, porque sabe sentir con maravillosa intensidad.» Pero también porque, con la misma maravillosa intensidad, sabe pensar.
En su aspecto físico las mujeres de Cuba difieren bastante las de unas regiones, de las de otras; como en España, la mujer define mucho su región, sin que por eso difiera su general temperamento ni su psicología general. Así las nacidas en los Departamentos Oriental y Occidental se diferencian mucho de las que son oriundas de los Departamentos Centrales; las primeras son de mediana estatura, delgadas, ardientes, de imaginación viva, y las segundas son más buenos tipos, y menos ingeniosas acaso. Con especialidad sobresale por su tipo, so
