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MUJERES DE AMÉRICA

cambio de fortuna del platero y del buscador de metales, y aunque ambos gozaban de reputación de honradez y no era necesario haber cursado en Salamanca humanidades, para deducir lógicamente que las riquezas ostentadas serían fruto del éxito en la persecución infatigable á que Quiapo se entregaba, de metales preciosos, no faltó quien, y aun quienes, representando la maledicencia, murmuraron en desprestigio de los hasta entonces obscuros y modestos vecinos de Copiapó.

La ignorancia, que suple con la suspicacia la falta de inteligencia; la natural inclinación de las gentes, singularmente las de laya vil, á traducir maliciosamente los más naturales sucesos, formó en torno de los compadres una atmósfera moral enrarecida, tegió en su derredor una espesa malla de cuchicheos insidiosos, en la cual quedaban envueltos y prisioneros, produciéndoles el vacío social, pues fueron muchos los que taimadamente se apartaron de su trato.

Contribuía en gran manera á condensar esta atmósfera y á cargarla de peligrosa electricidad, la circunstancia de la asiduidad con que los dos amigos visitaban al judío Samuel. Mujeres mogigatas, y hombres imbéciles, dieron en esparcir la calumniosa especie de que Laya y Quiapu, habían renegado de la religión de Cristo, abrazando solapadamente la ley mo