Página:Historia de Cristóbal Colon y de sus viajes - Tomo I (1858).djvu/354

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mares;^ y no admitió que el creador hubiese destinado la menor parte del globo para guarida de monstruos y brutos invencibles. De su confianza en el altisimo dima- naba pues su fuerza de voluntad, su paciencia, su reso- lución, su tranquilidad de alma, y el impulso misterioso de acometer y llevar á cabo su obra. He aquí la causa primordial, la base de su proyecto de descubrimientos. Demás está decir que nada tienen que ver con esto las matemáticas, ni las consideraciones deducidas de la jeografía, que solo vinieron en apoyo de sus deducciones teolójicas. Para él el cálculo no sirvió sino para comprobar la exactitud de su creencia católica en materia de cosmografía; que la sola ciencia no podia servirle de ningún provecho, en razón á que se apoyaba en cimientos falsos, como, verbigracia, el de que la mar ocupase solo la séptima, cuando cubre mas de las dos ter- ceras partes de la tierra. Sin embargo, la lucidez de la razón, la superioridad del golpe de vista y el ardor de la fe, no bastan para es- plicar el portentoso resultado de su empresa: en vano seria que nos esforzásemos para demostrar humanamente la obra sobrehumana del descubrimiento. Cuantos han estudiado la vida de Cristóbal Colon, sin esceptuar uno, lo mismo los historiadores contemporáneos suyos, que los cronistas de las Indias, que vieron por sus ojos los apuntes oficiales, han concluido por reconocer en las circunstan- cias de su llegada á España, en las que le retuvieron en ella, y en las que faciUtaron la ejecución de su pensamien- to algo sobre el nivel de lo que pueden preveer los mor- tales. Sin negar rotundamente el influjo de la divina pro- videncia sobre la humanidad, no puede desconocerse la . "Ecce nomen Domini venit de longinquo." — "Ecce isti de longé venient, et ecce illi ab aquilone et mari, et isti de térra australi." — Isaiae, cap. XXX, vers. 27, cap. XLIX, vers. 12.