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En carta posterior de 21 de julio de 1827, de Bruselas también,repetía al mismo corresponsal: «Yo he ofrecido á V. escribir le en la 1ª oportunidad segura cosas que le asombrarán, a pesar de lo mucho que la Rebolucion le ha hecho conoser.» Y refiriéndose á Bolívar, cuyo retrato traza, agrega: «En fin, no me queda la menor duda de las sanas intenciones de este general(Bolívar), pero seria un mal Caballero si abusase de la situación en que se haya (y que estoy seguro empeorará por su carácter) para publicar secretos que solo V. sabrá, y solo verán la luz después que dexe de existir.»

En carta (inédita) del General Guido datada en Buenos Aires el 23 de febrero de 1829, le decía sobre el particular: «Recuerdo la oferta que en repetidas cartas me hizo V. desde Bruselas, de sus papeles para la historia: ha llegado el tiempo de cumplir esta promesa.»

Ni San Martín volvió á acordarse de su promesa ni Guido á insistir sobre ella, y entre las disposiciones postumas del primero no existe ninguna cláusula que á sus papeles se refiera, á no ser las instrucciones verbales que dejó á su hijo político el Sr. Balcarce, á quien instituyó heredero de ellos.


Entre los documentos remitidos,así por el Sr. Balcarce como por su señora hija, ningún rastro se encuentra del a vindicación ni de las revelaciones anunciadas, y es de suponerse que las que se referían á sus relaciones con Bolívar, —principal causa de su separación del Perú,— se limitaban á su correspondencia con él después de la conferencia de Guayaquil, publicada posterior mente por Lafond, que entonces era un secreto que no había traspirado, y que en 1844 cuando se vulgarizó, fué una verdadera revelación.

Algo más hay que decir sobre este punto, confrontando los documentos publicados con los inéditos, concordando testimonios contradictorios y deduciendo de los hechos fuera de cuestión las conclusiones lógicas y fatales, pero los principales son conocidos, y sólo resta ilustrarlos con otros complementarios para habilitar á la posteridad á pronunciar el juicio definitivo. El mismo San Martín, que en los motivos ostensibles que dió para su retirada del Perú en su famosa proclama de despedida, había contribuido á extraviar la opinión, dijo después de la publicación de su carta á Bolívar, que nada oculto