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HISTORIA DE UNA ANGUILA
te Nicolás Serguievitch levantándose y dirigiéndose hacia la puerta—. Quédese usted; vendré a verla en su cuarto... charlaremos... Cuando usted se vaya no quedará en la casa un rostro humano: ¡Qué horrible perspectiva!
La cara pálida de Nicolás Serguievitch suplica; mas Máchenka mueve negativamente la cabeza. El hace un gesto desesperado y sale.
Media hora después Máchenka está en camino.