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1697, que vine á este Reino, llamado de sus vecinos, para que atendiese al socorro de sus almas, todo me he empleado en solicitar los medios, para el mas seguro alivio de ellos, pues desde luego que llegué á esta ciudad en cumplimiento de mi obligacion, para empezar á solicitar el socorre á sus dolencias fuéme necesario en primer lugar, segun el Principe de la Medicina, Hypócrates, inspicere itaque opportet regionem, tempas, etc. á investigar la naturaleza de la región, la influencia de su cielo, que feracidad la de sus campos y que modo de alimentos, costumbres y otras circunstancias que son necesarias se observen para la curación de los individuos que la habitan, y habiendo reconocido la benignidad de este cielo, con blandas como apacibles influencias, lo fertil de las campañas, lo hermoso de sus frutos, que parece que en sus campos se derramó la hermosa fértil cornucopia de amalthea, así en flores, como en sasonados frutos, decundas mieses y pingües cosechas que de la sustancia de sus ganados de esta tierra para alvio y socorro de la Corte primero emperio de este nuevo mundo.

Y habiendo considerado que todas estas circunstancias que hacen feliz una región para que sus habitadores disfruten en constante segura salud prósperos progresos en una vida tranquila sin los azares de quiebras, ni Pólizas, ni de enfermedades de que está rodeada la vida humana y que padecen otros en regiones ménos acomodadas. Mas este mi parecer por entonces seguro digtamen me lo hizo conocer incierto la experiencia de pocos dias, pues entrando en conocimiento de este lugar y País y de sus habitadores, experimenté ser aquejados de muy esquisitos varios y continuos affectos, y muchos, y en muchos habitual y tanto especialmente en las mujeres pue se reparan muchos de ellos como incurables, por haber sido introducidos paulatinamente y en la misma nutrición natural, estas son obstrucciones de los hipocondrios y estas son tan comunes especialmente en las mujeres, que serán muy singulares las catarrales continuas todos los años, flúcciones á los ojos, y varios affectos de riñones y orina y muchas malas impresiones en la bejiga, como son la lythiasis, o piedra, ó sabulos.

Y recorriendo á buscar el orijen, y causa de que se orijinaban tan varios y pertinases achaques, me dió á conocer la esperiencia y dictamen de algunos vecinos, que por lo práctico de haber nacido en el pais se les hacia manifiesto ser el agua de este rio de Santiago el orijen de todos estos daños, y aplicándome á su observación, más exactamente, hallé ser veridico, é infalible dictámen el practicado, pues contemplando el orijen y principio de este rio de Santiago, hallaremos tenerle de un