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donde dice haber sido examinado, como también haberla practicado en los Hospitales, y fuera de ellos con jeneral aceptacion del público, y mucho acierto en las curaciones cuya notoriedad lo relevaba de los exámenes públicos y secretos prevenido en las constituciones; y mas en las circunstancias de no haber en esta facultad mas que dos doctores graduados al mismo título, cuyo número es insuficiente para el exámen, de que por el mismo motivo se han libertado los primeros que se graduaron en las otras facultades; y que para lo segundo, esperaba de la piedad del claustro le remitiese las propinas, atendiendo a la pobreza de su convento, a que sirviera de mucho atraso aplicar doscientos pesos para ellas, que hicieran falta al Hospital, como por el contrario, un gran beneficio para este, teniendo en el mismo convento médico que se emplease en la curacion de los enfermos con ahorro del salario que se habia de pagar a cualquier estraño; y considerados por otros señores del claustro estas y otras razones que mas latamente constan de los autos, acordaron que, atendiendo a la notoria suficiencia del suplicante, y a la falta de examinadores que hai en esta facultad, lo consultase el señor rector al mui ilustre señor presidente para que como vice-patrono, siendo servido, le nombre por uno de ellos, segun práctica observada en los primeros doctores de las demas facultades, y que al efecto, se le confieran los grados de licenciado y doctor sin el cargo de depositar las propinas, de que le hicieron gracia, atendiendo a su pobreza y la de su convento, empleado laudablemente en los servicios de los pobres enfermos y beneficio del público.

El vice-patrono Guill y Gonzaga aprobó en el acto esta resolución del claustro universitario para honra del «criollo intelijente,» como dice el abate Molina.

Según este mismo historiador, como también según el padre Vidaurre, el doctor Verdugo practicó el sistema de la inoculación variolosa, desde 1768,


§ IV.


Sigue en orden de precedencia el Cirujano Bernardo Cortés, avecindado en Santiago, y que desempeñó en Talca la comisión de combatir una terrible epidemia de viruelas, desde el 11 de Agosto de 1765 hasta el 13 de Febrero de 1766. [1]

El padre jesuíta José Zeiter, fue una notabilidad para la época como químico, farmacéutico y médico práctico. Fué director de la botica del colegio de San Miguel, en Santiago.

  1. Archivo del Ministerio del Interior—Vol. 814.