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abandonó la medicina para ser boticario, las autoridades se preocupaban de los más mínimos detalles sobre el costo de las medicinas y hierbas y del precio á que podían venderse al público, discutiendo muchas veces hasta de fracciones de reales. [1]

Desde 1790 hasta el fin de la era colonial, estuvo en vigencia una «Tarifa ó Regulación de precios á que deben venderse las medicinas en las boticas.» Esta regulación que fué hecha para la ciudad de Concepción, se puso en vigor también en los demás pueblos, y circuló con profusión en manuscritos de 21 pájinas con las firmas de sus autores: Fulgencio Rodenas, Josef O'Llenes y Dionisio Roquan.

La farmacia y la química, dice el Dr. Augusto Orrego Luco [2], vivieron en un estado deplorable durante la colonia: los remedios, las preparaciones más sencillas eran importadas del extranjero, porque no había en el país quien pudiese elaborarlas.

Campomanes en su «Apéndice á la educación popular», nos dá la prueba de este atraso increíble: «Este arte,—dice—la preparación de medicamentos y productos químicos—en toda su estensión, falta en España... ...Un laboratorio que se va á establecer en Madrid, producirá maestros para las capitales del reino.»

Las hierbas medicinales del nuevo mundo estuvieron en boga, como hemos visto, y formaron el mayor bagaje de las boticas criollas y aún de las farmacias de la península. Este entusiasmo por conocer y analizar la botáńica americana llegó á todas partes incluso á las mismas Cortes. Entre los muchos detalles que tenemos á la vista en el extenso e inédito arsenal bibliográfico de nuestra Biblioteca Nacional, elijimos los si-

  1. En el Vol. LXXI del Arch. del M. del I.—N.° 1247—se conserva un largo protocolo sobre pago de medicamentos gastados entre los variolosos de la villa de Cauquenes. Dichas medicinas habían sido entregadas por la botica de Roquán, de Concepción, y fueron halladas muy caras por las autoridades. El protomédico Ríos mandó que se pagasen según el arancel decretado por el Exmo. Señor Agustín de Jáuregui, ex-gobernador del reino, y previo examen del protoboticario Juán Francisco García.

    El total de la cuenta de Roquán ascendía á 167½ reales, y se le pagaron 112½; en un cheque contra el Banco del Maule, según ajuste hecho por la tarifa de Jáuregui. Entre otros precios, hay los que siguen:

    Corteza de Cidra

    Maná
    Sal de Inglaterra
    Almendras
    Píldoras mercuriales
    ½ real la onza
    3 reales » »
    3  »  »  »
    5  » la libra
    7  » la dracma, etc. etc.

  2. Carta del Dr. A. Orrego Luco, al secretario de la Sociedad Médica de Lima, don Ignacio de la Fuente, con motivo de recibir el diploma de socio correspondiente.—Pub. en la «Revista Chilena», febrero 1.° de 1879.