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muerte de Harvey y todavía la circulación de la sangre era discutida ó negada en la península! Entraba ya el último tercio del siglo XVIII, cuando tuvo lugar el curioso y característico episodio á que dió marjen el proyecto de limpiar las calles de Madrid. Los médicos consultados por la corte interesada en el proyecto, no vacilaron en declararlo un experimento audaz y peligroso, llegando basta á sostener que las exhalaciones mefíticas eran un elemento de salubridad pública. Hablando sobre este proyecto,—que ahora nadie se permitiría discutir en el más atrasado villorio,—dice Cabarrus, en su elogio de Carlos III: «Pero ¿quien creerá que este noble empeño produjo las más vivas quejas; que se conmovió el vulgo de todas las clases y que tuvo varias autoridades á su favor la estraña doctrina de que los vapores mefíticos eran un correctivo saludable para la rigidez del clima? Ferrer del Rio, en su historia de Carlos III, entrando en mayores detalles, recuerda que cuando el ministro Esquilache perseveraba en su empeño de limpiar las calles de Madrid, los que se oponian al proyecto averiguaron la opinión de sus antepasados, á este respecto, y el resultado fué, «que le presentaron cierta originalísima consulta hecha por los médicos bajo el reinado de uno de los Felipes, de Austria, y reducida á demostrar que siendo sumamente sútil el aire de la población á causa de estar próxima la sierra de Guadarrama, ocasionaría los mayores estragos si no se impregnara en los vapores de las inmundicias desparramadas por las calles.»

Don Antonio Ferrer del Rio, pone á este respecto en boca de Carlos III esta picante frase: Los españoles son como los niños, lloran cuando se les quita la inmundicia...(aquí usa una palabra más gráfica.)

En medio de esta descidia llama la atención los varios esfuerzos que se hicieron para surtir de agua potable á la capital. Estos trabajos fueron iniciados á mediados del siglo XVI.

Las primeras providencias que hemos encontrado en los archivos del municipio datan de la sesión del 15 de Febrero de 1747, y dicen lo siguiente:

«Para que se haga la fuente que venga á la Plaza desta Cibdad del arroyo Tobalaba. En este dicho Cabildo se acordó que el agua del nascimiento que sale del manantial por arriba de Tobalaba se traiga toda ella á esta dicha cibdad para hacer en la plaza pública una fuente para beber el común, atento á la gran nescesidad que esta cibdad tiene de agua clara para conservar la salud del común, y que se traiga por una acequia que se haga del fondo de una vara y del anchura de media vara, hasta la calle de Alonso del Castillo, porque desde allí