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la negativa del Cabildo, ante la Real Audiencia, cuyo tribunal decretó con fecha 18 de Abril de 1617 la revocación del auto y ordenó la inmediata ejecución de lo mandado por el gobernador Rivera.

El mismo dia Fray Gabriel Molina se puso en posesión del hospital, previo el juramento de estilo y la otorgación de una fianza dada en su favor por el mercader Martín Sánchez, ante el escribano público don Manuel de Toro Mazote.

Desde dicha fecha el antiguo hospital del Socorro pasó á llamarse de San Juan de Dios.

Los padres capachos, se hicieron cargo de la administración interna, con amplios poderes, reservándose la autoridad civil el derecho de revisar las cuentas y nombrar y vijilar á los médicos, cirujanos, sangradores y capellanes.

Al principio de este nuevo réjimen las cosas marcharon mejor, tanto por la misma actividad de los relijiosos, como el respeto confianza y cariño con que los recibió el pueblo; pero ya por la venida de nuevos padres neglijentes ó viciosos 3 la mala inversión de los escasos recursos pecuniarios, el hecho es que el orden interno volvió á perderse y los servicios hospitalarios cayeron, en diversos períodos, en el mayor y más censurable desprestijio.

Con unos cuantos colchones de melinje—veintiuno en el año 1638—y sobre los cuales dormian en inmundo hacinamiento dos ó tres enfermos, principalmente en tiempos de epidemias, con cinco bacinicas de cobre y tres geringas de estaño, y con un canco de agua fria en el centro de cada sala para que los enfermos fuesen á beber, por si solos y á discreción,—todo esto como único menaje—amén de las irregularidades del servicio del personal, se puede concebir cuales serían las desastrosas consecuencias que soportaban los enfermos en aquellos dias del antiguo reino.[1]

  1. En el volumen 738 de la R. A. se archiva la nota del protomédico Jordán de Ursino, al presidente del Reino, para descargar su conciencia en vista de la desorganización del hospital, y dar cuenta de que los enfermos se cubren sólo con una sábana la cual se cambia una vez por semana quedando, en tanto, los enfermos desnudos y el que no tiene camisa se queda en cueros, siendo muchos los que han permanecido en este estado durante todo el curso de sus enfermedades. «Los colchones, dice, saliéndose la lana por todos lados, sin lavarse años, hirviendo de piojos que es menester andar con cuidado. Las comidas se reducen á medio pan de afrecho y un pedazo de carnero que el que no puede agarrarlo le quitan el plato de que resulta muerto de flaqueza; si se quejan los enfermos los maltratan y los superiores no hacen caso á la representación del médico y contestan que nadie es juez de ellos y que para eso tienen buenos pesos.»

    «Gastan á lo más tres carneros al día, un peso de pan, dos reales de