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hecha por fray Pedro Manuel Chaparro á la R. U. de Síin Felipe, con motivo de su solicitud para obtener el protomedicato, y en la cual se dan preciosos detalles sobre la inoculación:

«...habiendo consumado el estudio de artes y teología á que antes de el ingreso a la religión me dedicaron mis honrados padres siguiendo en ello su propio instituto en conocimiento de los adelantamientos que había hecho en aquellas facultades y de los progresos que podría hacer en la de medicina con notorio beneficio de el público y de el convento me destinaron dichos mis prelados para que la estudiase y curase enseñándomela el Dr. Dn. Domingo Nevin que era actual catedrático y protomédico quien por particular providencia dedicó toda su aplicación a mi instrucción cursando diariamente en la Real Universidad y haciéndome sustentar todas las funciones públicas y secretas hasta que consiguió declararme por perfecto facultativo, y finalizados los cursos que prescriben las Ordenanzas se me confirió el grado de bachiller.

Al lado é instruccion de un sujeto de tan esclarecida literatura cuyo nombre y fama han quedado estampados en el comun reconocimiento de el reino a sus aciertos que eran conocidos en los demas que habla andado y en las públicas Universidades que cursó, me mantuve algunos años haciendo á su vista las visitas de las salas de enfermería de mi convento y aun fiando de mi corto talento las de los conventos y monasterios y casas privadas que estaban a su cargo en sus ausencias y enfermedades mereciendo mis resoluciones en todo su aprobacion.

En este tiempo inquiriendo mi desvelo y estudio algún modo fácil y de mas acertado éxito para la curación de viruelas de cuyo contajio nadie se exime y en el que perecían las mas personas a que acometía este accidente, impuesto en Mercurios y en otras noticias que me subministró la lectura de muchos libros extrangeros convinando sus circunstancias con el temperamento de este Pais puse por obra el experimento de la inoculacion ó incision de ellas cuyos éxitos y resultas puede decir el publico quien no solo ha logrado la vida de los muchos que fallecian con la pestilencia de este contajio, sino tambien el ahorro de los gastos de botica y medicos y a consecuencia de ello se ha evitado la molestia de sufrir la dilatada curación que se observaba con el antiguo método siendo ya tan aprobado este remedio precautorio por la demostracion de la propia experiencia cuanto al principio fué impugnado por todo el comun de los facultativos o ya fuese por ser de contrario dictamen o por que perdian la mayor parte y mayor de sus emolumentos, no faltando quien sembrase el escrúpulo de pecado de