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«Aurora de Chile» [1] y cuyo noble lema es: «Luce beet populos, somnos expellat, et umbras.»

En esta Constitución, del primer centro escolar del nuevo régimen, se estableció en su Tit. I esta hermosa declaración: «El gran fin del Instituto es dar á la Patria, ciudadanos que la defiendan, la dirijan, la hagan florecer y le den honor.»

Camilo Henriquez fué el alma de aquellos primeros estudios y nunca olvidó que, el primer cuidado de los lejjsladores, como dice Aristóteles, ha de ser la educación de la juventud sin la cual no florecen los estados.

El 1.° de Junio de 1813, la Junta de Gobierno nombró una comisión compuesta del senador don Juan Egaña, del Director General de Estudios don Juan José Aldunate y del director del Colegio Carolino don Francisco José de Echáurren, para que presentaran á la mayor brevedad el plan de educación nacional.

La misma junta gubernativa, compuesta de los señores Francisco A. Perez, José Miguel Infante, Agustín Eyzaguirre y Mariano Egaña, secretario, recomendaba á los chilenos, el 12 de Junio del mismo año el Convictorio de San Carlos, seminario de la felicidad pública, para que á él concurriera la juventud estudiosa.

La fundación del Instituto Nacional, data del 27 de Julio de 1813, fecha en que acordó el Gobierno, el Senado y el Cabildo, crear esta casa de educación y unirla al Seminario en un solo cuerpo, de acuerdo con lo propuesto por la comisión nombrada al efecto, dejando subsistente la Universidad de San Felipe, sólo para la colación de grados.

El artículo cuarto de esta constitución dice lo siguiente: «Conceptuando el Gobierno que las profesiones de medicina y cirugía deben reputarse más distinguidas por ser las más útiles y por la ventajosa y elevada clase de estudios que se les proporciona, le proponga la comisión los honores y distribuciones que deben franquearse á esta apreciabilísima clase.»

Entre los varios artículos relativos á la fundación del Instituto, se sancionó el establecimiento del Museo Nacional, anexo á la Universidad de San Felipe.[2]

La propaganda en pro de los estudios fué decidida. Se proclamó á los estudiantes como á beneméritos de la juventud y se les reglamentó un vistoso uniforme talar.

  1. «La Aurora de Chile», fué impresa, en Santiago, en la imprenta del Gobierno, por los Srs. Samuel B. Johnston, Guillelmo H. Burbidge y Simón Garrison, de los Estados Unidos.
  2. Parece que este nuevo Museo no tuvo gran protección, pues, al clausurarse la Universidad de San Felipe, su inventario sólo apuntaba los útiles siguientes: