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La murmuración malediciente es semejante á aquellos meteoros aciagos, que donde quiera que aparezcan ocasionan tempestades i ofenden indistintamente. El Dr. Indelicato con el disfraz de justificarse de una calumnia, ha estaippado en un papel invectivas injuriosas i denigrantes contra la medicina de Chile, disponiendo al mismo tiempo que estos circulen por el mundo á la par de las personalidades escandalosas, con que también ha dado un mal ejemplo á las buenas costumbres.

Ha dicho con desprecio, que Chile no puede aspirar ninguna clase de adelantamientos de la escuela de medicina, creada i establecida por el Supremo Gobierno; que que los alumnos perderán el tiempo, como le parece ha sucedido hasta ahora, i en fin, tiene la presunción é imprudencia de aconsejar la abolición total de un plantel en que talvez se han fijado las mejores esperanzas.

Prescindimos de entrar en contestaciones, nos creemos solamente en la obligación de vindicarnos ante el público i el Supremo gobierno, bajo cuyos auspicios emprendimos nuestros estudios, exigiendo al Sr. Indelicato la satisfacción correspondiente á la naturaleza del agravio.

Le provocamos á tener un acto público de anatomía general que deba verificarse en forma de oposición entre el dicho doctor, i cualquiera de los alumnos.

Allí se verá si nos hemos limitado á copiar secamente, como se dice, los elementos anatómicos de Maigrier, i se conocerá cual es el saber de que presume.

Dejamos á su arbitrio determinar el lugar día i hora que más le acomoden, á fin de que no vuelva á salir con la disculpa vergonzosa de que como médico viejo se halla olvidado de las reglas del arte. Si alguna vez lo ha aprendido, bien deberá ser suficiente un mes para recordarlo, i poder dar así una prueba perentoria de lo que se ha atrevido á propalar. Pero en el caso de negarse á esto, haremos que la presente provocación i su cobardía le sigan á todas partes, por haberse hecho el héroe de esta pintura de Horacio:


..............................Al envidioso
Las carnes come el bienestar ajeno;
Y no inventaron Sículos tiranos
Mayor que el de la envidia otro tormento.
Pesará tarde ó pronto al iracundo
Haber cedido á un arrebato ciego,
Y querido saciar con violencia
Odios que nunca se hallan satisfechos.

(Epist. 2.ª)