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Dícese que una quiebra, arrebatándole sus economías, precipitó la catástrofe, y, el 10 de Agosto de 1850, hallaron su cadáver exangüe, ultimado por una herida hecha en la arteria crural.»


Bibliografía

Determinación de lo que hay de positivo en las localizaciones de las ideas y de las facultades intelectuales.

    de objeto de estudio para algún alumno de cirujía, fundándose en que aparecía descarnada científicamente.

    Las suposiciones llovían.

    Se habría podido formar con ellas un volumen.

    Los jóvenes, esto es, los que eran poetas; habían soltado la rienda á su imajinación.

    ¡Cuantas conjeturas!

    Aquella mano había sido cubierta con un guante, que la hacía más codiciada y seductora.

    Aquella mano había llevado en sus pulidos dedos anillos de brillantes.

    Aquella mano había cargado un pañuelo guarnecido de encajes, había jugueteado con una flor, había manejado un abanico.

    Aquella mano había recibido y escrito cartas de amor.

    Aquella mano había sido estrechada con ardor, y besada con embriaguez.

    ¡Aquella mano había hecho caricias!...

    El conocimiento completo del informe facultativo modificó, sin embargo, algún tanto las primeras ilusionen, que aquel cuerpo del delito había dado oríjen.

    Los señores Lafargue y Bustón aseguraban que aquella mano no era la derecha, sinó la izquierda.

    ¡La mano izquierda!

    Esta circunstancia disminuyó algún tanto la movilidad de aquel misterio, de aquel hueso que se tenía á la vista; pero siempre conservaba la personalidad de la heroína del drama cuyas peripecias se ignoraban.

    ¡La mano había pertenecido á una mujer!

    Mientras los simples ciudadanos inventaban novelas más ó menos injeniosas, el intendente de Santiago, el juez del crimen, los sabuesos de la policía y de la justicia rastreaban las huellas del delito.

    Después de muchas vueltas y revueltas, de muchas preguntas y declaraciones, se descubrió por fin la incógnita del problema.

    Un señor Bustamante, dueño de un fundo situado no lejos de Santiago, había cazado y muerto en su hacienda una leona, que había dado á sus sirvientes.

    Un negro había obtenido la mano izquierda de la fiera, le había sacado la piel con las garras, sin descompajinarla, le había quitado la carne para comérsela, y por último, había arrojado el resto á la basura. El enigma estaba decifrado.

    El tal negro había puesto en conmoción á la capital de la república de Chile, dando bastante trabajo á la autoridad, y causando una mortificación amarga á profesores distinguidos.

    Este chasco ha redundado en provecho de la oscura ciencia médica, escribió entonces don Domingo Faustino Sarmiento.

    Un examen qujrúrjico ha manifestado que la mujer tiene mano de león.

    ¿Tendrá también el corazón de tal?