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su marcha lenta los asemejan á las enfermedades crónicas, hasta que un repentino ó imprevisto tumor les dan, con frecuencia, el aspecto de las más violentas afecciones agudas. Cuando el tumor formado por el hígado presenta una pastosidad edematosa en la piel y fluctuación manifiesta, es menester apresurarse á abrirlo para evitar el derrame de pus en el peritoneo. Esta abertura debe practicarse, ampliamente, con el bisturí, en el punto más declive. El pus es por lo común espeso y de olor repugnante, variando su cantidad de una ó dos libras á 6 y 9 y á veces más. Si en vez de desarrollarse el abceso hacia abajo, se dirije al diafragma, resulta una dificultad en la respiración que proviene ya de la compresión, ya de la perforación y flogosis consecutiva del pulmón derecho, de aquí las fístulas hepato-pulmonares que terminan rápidamente con la vida del enfermo. La evacuación por los intestinos es más favorable.»

Nota en seguida las relaciones de coincidencia y de sucesión que median entre la hepatitis y la disenteria, de tal manera que en los individuos acometidos de esta última dolencia se debe sospechar casi siempre el desarrollo latente de la primera.

Entre las enfermedades raras coloca las siguientes: la tísis pulmonar, pero cuando se presenta es de marcha rápida; la escrofulosis; las fiebres intermitentes, las enfermedades mentales. Como extremadamente raras, apunta á los tumores y fístulas lacrimales, pólipos nasales, coriza, tic doloroso, cáncer del ojo, de los labios y de la lengua, catarata y amaurosis; y como enfermedad desconocida: el tétanos.

Termina con la descripción de los usos terapéuticos que se acostumbran en el pais, censurando el uso exagerado del mercurio á altas dosis, como el del nitrato de plata, administrado en píldoras por los médicos ingleses.

—«Observaciones sobre las funciones y enfermedades del hígado.»—Santiago.—Arts.—El Araucano.—1840-41.

Estos artículos, escritos con soltura, forman un estudio de interés y al mismo tiempo ameno. Copiamos á continuación algunos párrafos para que se juzgue la literatura médica del malogrado profesor y que, en esta parte, pinta su propio estado invadido por las dolencias que describe:

«Compárese el estado moral de un paciente de tísis pulmonar con el de una persona que sufre una afección crónica del hígado ó del estómago:

En la tristeza del primero no se ven señales de cólera ó de malevolencia, es un melancólico sin acrimonia, es la tristeza de la resignación; y aúná veces sucede que lo vemos desaparecer abrigando el paciente ideas risueñas, proyectos ilusorios, es-