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creyendo que este acto es un reconocimiento público del vicio.[1]

La Hermandad de Dolores que, en 1815, tuvo por cuna, como dice don Ramón Briseño, [2] «un peñón del océano pacífico, cuna sin abrigo ni misericordia que regada fue con las lágrimas de cien ilustres patriotas,» fué fundada por 39 de los chilenos desterrados en la isla de Juan Fernández, y sus funciones comenzaron, después que se les devolvió la libertad, en Marzo de 1817, y con el nombre de «Instituto de Caridad Evangélica, ó Congregación de los siervos de María Santísima de los Dolores.» Esta piadosa asociación dedicada á socorrer en sus achaques á los enfermos é indijentes, fué en aquellos tiempos una incalculable fuente de recursos para los pobres pacientes que recibían asistencia médica, medicinas y un óbolo para sus primordiales necesidades, y para los huérfanos, inválidos ó ancianos que eran atendidos ó transportados al Hospicio, fundado, en 1810, por los Sres. Manuel Salas y Domingo Eyzaguirre. La Hermandad de Dolores, como simplemente se le denomina hoy día, continúa ejerciendo la santa misión instituida por los patriotas.

Las nacientes fundaciones de caridad tuvieron que desplegar gran actividad para cosechar buenos frutos no sólo por la falta de elementos cuanto por el malísimo estado sanitario del país. [3] Las invasiones de antiguas epidemias y de nuevas enfermedades se sucedían implacablemente. Así, el crup y la angina membranosa aparecieron por primera vez en 1816, el cólera invadió en 1817, la erisipela asoló después del terremoto de 1822, la escarlatina y la fiebre puerperal epidémica de 1827, el sarampión en 1829, la disenteria que tomó proporciones, por estos mismos años, la pústula maligna que apareció en 1834, la grippe que había tomado carta de ciudadanía en igual período, [4] sin contar con las antiguas invasiones coloniales del chavalongo etc. y la terrible plaga de la viruela.

  1. Informe del Protomedicato.—Arch. de la Facultad de Medicina. — Año corresp.
  2. Repertorio de antigüedades chilenas.—1889.—Ob cit.
  3. Estas instituciones prestaron también útiles servicios al ejército expedicionario en el Perú; enviándoles socorros y medicinas. En el T. XIII de la Historia Gral. de Chile, de Barros Arana, se cita la "Memoria sobre las enfermedades epidémicas que se padecieron en Lima en 1821, estando sitiado por el ejército libertador", por el Dr. José Manuel Valdés, catedrático de med. de la Univ. de San Marcos. Dicho autor refiere que las fiebres palúdicas etc habían diezmado los batallones de los dos ejércitos hasta no tener soldados ni para las guardias: en los campamentos los cirujanos eran insuficientes y se agotaban los botiquines de los patriotas.
  4. Con motivo de una invasión de Grippe, en 1836, el Protomedicato con acuerdo de todos los médicos de la capital, aconsejaba como tratamiento el uso del emético, los revulsivos y la sangría, y loco dolent; 12