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El pade Nicolás Mascardi, catequizador de los indios del Nahuellhuapi, refiere que al fin del siglo XVII los puelches tomaron tal miedo á los variolosos, que los sacaban de los toldos para que muriesen solos á la interperie, ya que estaban malditos por el chachuellí; y si estos enfermos se morían, no se atrevían después á nombrarlos, usando de rodeos y circunloquios para darse á entender sobre la persona y el hecho que recordaban.

Los machis, que han sido siempre ladinos, eran los primeros en abandonar los enfermos de esta clase, diciendo que nada podían hacer porque el mal ya había invadido el corazón.


§ V.


Otro de los recursos importantes que poseyeron para curar sus enfermedades, fué el conocimiento de las aguas minerales, que tanto abundan en todo el país, y de las cuales se sirvieron para beber y bañarse.

El Gencovunco, ó señor de las aguas, era el mito que ellos consideraban como el productor de estas aguas y de sus benedicios.

El baño en aguas termales y gaseosas, era aplicado, aunque sin las reglas que tenían los indios mexicanos, que llegaron á la perfección de tener sudatorios ó temazcales [1] en espacios cerrados y calientes hasta provocar la sudación, mojando, acto contínuo, las paredes del cuarto con agua fría para producir la evaporación que debía aprovechas el enfermo, terminando el baño con la inmersión en agua fría y frotaciones, como en el baño moderno turco-romano ó ruso.

Rosales, menciona en su historia «un caño de agua caliente muy medicinal para los tullidos y enfermos de Perlesía», situado á cuatro leguas de Santiago, hacia el sur, en la estancia que llaman el Principal de Córdoba. Se refiere, además, á otras termas ubicadas á ocho ó diez leguas de la ciudad, entrando por las quebradas del río Cachapoal, excelentes para «evacuaciones y sanar bubas y males de encojimientos de cuerdas y fríos,» y á las de Chillán, las próximas á la laguna Llobén, grado 41, «que limpian de la lepra y males contagiosos,» las de Magueylobquén, con dos fuentes, una de agua hirviendo y la otra fría

    rueca, si es mujer, y cubierto todo de la tierra, se entregan á la borrachera, y con sus efluvios, si la muerte fué alevosa, á vengarla en los mismo términos......»

  1. Historia de América, por Py y Margull. Ob. cit.