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El padre Ovalle, [1] admirado del feliz empleo que hacían los indígenas de las plantas medicinales, refiere que fué testigo ocular de una rápida curación ejecutada por un machi, á uno de sus amigos que estaba muy enfermo, y agrega que habiendo tomado el paciente un poco de cierta hierba, en cantidad como del tamaño de una uña, en un vaso de vino, fué tan eficaz su acción que se le quitó el mal como con la mano, sin que se repitiese durante todo el tiempo que le conoció.

En la historia del padre Rosales [2] se lee una anécdota que es muy conocida en nuestros días, la cual es achacada al famoso médico de Choapa, [3] pero, en verdad, es sólo una fantástica tradición que se remonta al siglo XVI. Conocemos varios documentos históricos peruanos que relatan este mismo hecho como acontecido en Lima. El caso es como sigue:

Disputaban, una vez, acerca de la naturaleza y acción de las hierbas del país, dos machis herbolarios, sin que pudiesen ponerse de acuerdo y acreditando cada uno mayor competencia sobre su contendor. Mas, uno de ellos quiso darle al otro una prueba práctica de su saber y tomando el polvo de unas hojas se lo aplicó á las narices, provocándole en el acto un flujo de sangre tan abundante «como si se hubieran abierto dos cáños de una fuente», según la expresión del padre Rosales, restañándole en seguida la hemorragia con la sola aplicación, al olfato de otra maravillosa hierba.

En el canto I del poema Arauco Domado, de don Pedro de Oña, se hacen algunas referencias á la práctica de los hierbateros y principalmente al uso y conocimientos de las plantas venenosas.

El doctor Nicolás Monardes, famoso médico de Sevilla,—citado por el padre Rosales—publica, en sus obras, la carta que le escribió de Lima, el año 1568, el capitán don Pedro de Osma á fin de darle á conocer las propiedades de las plantas chilenas, en uno de cuyos párrafos se lee lo siguiente: «El año de 1558, siendo Gobernador don García Hurtado de Mendoza, que después fué Marqués de Cañete y Virrey del Perú, estaban en la ciudad de Santiago, presos ciertos indios rebeldes, y los ministros se descuidaron de alimentarlos, y así la hambre los acosó de suerte que ellos mismos se cortaron las pantorrillas y se las

  1. Historia de Chile, por el jesuíta Alonso de Ovalle—1761.
  2. Ob. cit.—Capítulo VIII, IX y X del libro 3.° sobre «Plantas Medicinales de Chile.»
  3. El hierbatero Pablo Cuevas conocido con el nombre de Médico de Choapa, ejerció con éxito la medicina allá por los años 1835 y 1840, en las provincias de Aconcagua y Coquimbo, alcanzando una fama de sobrenatural entre los campesinos de aquellos contornos.