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y manden visitar y poner el remedio que es justo; y haciéndolo así cumplirán vuestras mercedes sus conciencias y lo que son obligados, á donde nó, descargo con vuestras mercedes la mía.»

El Bachiller Bazán con sus ungüentos mercuriales, se hizo más temible que los indios entre sus propios compatriotas, y, según es fama, despidió para el otro mundo al segundo gobernador, don Francisco de Villagran. Sobre este suceso, Góngora y Marmolejo, dice lo que sigue:

«El médico llamado bachiller Bazán le tomó á su cargo contra el placer de sus amigos encomendándose don Francisco á un médico que tenía plática de dar unciones con azogue preparado con otras muchas cosas... como las unciones le provocasen sed, estando el médico un dia ausente, pidió á un criado suyo le diese una redoma de agua, de la cual agua bebió todo lo que quiso. Acabado de beber se sintió mal, y mandó llamar al médico que lo curaba; luego que vino, tomándole el pulso, le dijo ordenase su ánima, porque el agua que había bebido le quitaba la vida.»

El Licenciado Alonso de Villadiego fué el primer asesor y examinador de cirugía del reino, nombrado por el Cabildo según consta de esta relación:

En la sesión del Cabildo de 2 de agosto de 1566 se ordenó la publicación de las órdenes que regían acerca del ejercicio de la medicina, con motivo de un pleito suscitado entre Alonso del Castillo y Bartolomé Ruiz, y proveído por el justicia mayor y muy magnífico señor teniente general gobernador don Martín Ruiz de Gamboa. Dicho mandamiento fechado el 30 de Julio de 1566, y dado á la publicidad, por la referida orden del Cabildo, dice que: «atento questa tierra es remota y apartada de los reinos de España, en tanta distancia que es más de tres mil leguas, y si los que curan de medicina y cirugía en ella hobieren de ir á examinarse á la corte de Su Majestad, con los protomédicos de S. M. sería gran inconveniente y daño para la república, pues ninguno, sin ir rico y con muchos dineros, pretende ni quiere ir destas partes á los reinos de España, y el que fuese con dineros, está claro no volvería á esta provincia, como por experiencia se ha visto que los demás que van á España no vuelven, por razón de su quietud y por excusar los gastos y trabajos de caminos y mar que hay desde esta provincia á España; y si los enfermos y heridos desta ciudad hobiesen de aguardar que viniesen cirujanos y médicos examinados por los dichos protomédicos para que los curasen, supuesto que á los dichos protomédicos les está prohibida por capítulo de cortes el poder subdelegar examinadores perecerían