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vista de haberlas estado curando, por ser boticario y práctico en medicina, y en atención todavía á la presentación que hizo al Cabildo» de una escritura sinada é firmada de un nombre que dice Diego de Porras, escribano de Su Magestad, el cual parece dar testimonio quel Dotor Ceballos, protomédico de S. M. examinó al dicho Alonso del Castillo de zurujia, y le dió licencia para curar della, segun que por la dicha escritura se contiene y que asimismo parece estar firmada de un nombre que dice «El Dotor Ceballos», y parece que la data de la dicha escritura fué en la villa de Valladolid á 7 días del mes de Abril de 1551.»

En la sesión siguiente del Cabildo, de 30 de Agosto de 1566, se nombró al referido Castillo, cirujano del hospital, con el salario de doscientos treinta pesos, pagaderos en «cosas y bienes que el hospital tiene y tuviese de ganados, en comidas, y no en oro.» obligándole á asistir al hospital dos veces al día, y en caso de necesidad, todo el día y la noche, so pena de pagar dos pesos de buen oro al mismo hospital, por cada falta injustificada. Se le agregó también la obligación de «hacer los ingüentos que fueran menester y las conservas necesarias.»

Bartolomé Ruiz, que ejerció las funciones de cirujano del hospital San Juan de Dios, fué despedido por los patrones, que eran los mismos cabildantes, según reza el acta de esta misma sesión, á que hacemos referencia, y lo tratan de barbero y sin pericia, acordando reemplazarlo por Castillo, por no haber querido Alonso de Villadiego, aceptar el compromiso de asistir diariamente y durante un año al hospital, si no dos días en cada semana.

Con fecha 1.° de abril de 1568, se reelijió á Alonso del Castillo como cirujano del hospital, acordándosele esta vez su sueldo en ciento cincuenta pesos de buen oro.

Apesar de haber despedido á Bartolomé Ruiz, vemos que en la sesión del Cabildo de 29 de diciembre de 1576, se le vuelve á nombrar para que ejercite durante un año la cirujía y barbería del hospital, asignándole el salario de doscientos pesos, pagaderos cincuenta en comida y carneros, y el resto en oro.

En 1568, el procurador Martín Hernandez, de los Ríos se quejó de Alonso del Castillo, porque no cuidaba de la asistencia médica entre los naturales «con poco temor de Dios, con gran cargo para su ánima y conciencia y en menosprecio de la real justicia» y cita el hecho de que el indio Bartolomé, enfermo de calenturas murió a consecuencia de dos sudores de zarzaparrilla que dicho facultativo le administró, cuando todos los médicos del mundo no lo hubiesen hecho porque «no es cosa de ignorancia sino de quererle matar á sabiendas,» por lo