sabido contestarle perentoriamente? Hoy traigo una nueva leyenda en apoyo de su tesis, y agrego un santo más al martirologio; he de escribir la historia de uno de esos ilustres desventurados, demasiado rico en poesía y pasión, que ha venido á este mísero mundo después de tantos otros, á practicar el rudo aprendizaje del genio entre almas inferiores.
¡Lamentable tragedia fué la vida de Edgardo Poe!
¡Horrible desenlace fué su muerte, cuyo horror se acrecentó por la indiferencia! De todos los documentos que he leido, resulta para mi la convicción de que los Estados Unidos no fueron para Poe sino una inmensa prisión, la cual recorría con el frenesi de un hombre nacido para respirar en un mundo más anormal; y que su vida interior, espiritual, de poeta, y aun de borracho, sólo era un esfuerzo perpetuo para escapar de la influencia de aquella atmósfera antipatica.
Desapiadada dictadura es la de la opinión en las sociedades democráticas! No imploréis de ella caridad, ni indulgencia, ni moderación alguna en la aplicación de sus leyes en los múltiples y complicados casos de la vida moral. Diríase que del amor impio de la libertad ha nacido una nueva tiranía, la tiranía de los animales ó zoocracia, que por su insensibilidad feroz se asemeja al idolo de Jaggernaut.— Un biógrafo nos dirá gravemente: «Muy intencionado era el bueno de Poe; si hubiese querido regularizar su genio y aplicar sus facultades creadoras de una manera más apropiada al suelo americano, habría podido llegar á ser un escritor con dinero (a money making author).» Otro, algún ingenuo cínico, diría que, por superior que fuese el genio de Poe, habría valido más para él tener sólo talento, por que éste se puede apreciar siempre con más facilidad que el genio; y un tercero, que ha dirigido periódicos y revistas, un amigo del poeta, confiesa que era dificil darle trabajo y que se hacia preciso pagarle menos