CAER DE LAS NUBES 281
hello. En cuanto álo de gentil, se lo concedíanos, en el sentido de pagano.
—Una noche—continuó él, tras de un suspiro enviado á esas lejanas memorias—despues de una corrida de toros en que yo y otros jóvenes aficionados sacamos airosas suertes, cansado y soñoliento entré en mi cuarto, y me arrojé vestido sobre la cama.
Dormia profundamente, cuando me despertaron fuertes golpes dados á la puerta, y la voz de un amigo que me llamaba.
—Cómo'!—exclamó al verme acostado—¿duermes, en tanto Paquita estará electrizando á medio mundo con las hechiceras piruetas de su bolero? Al teatro! al teatro, y breve. ¿Habiayo de consentir que faltara un solo aplauso á la perla de Andalucia?—
Y me arrastró en pos suyo á la comedia.
No me pesó á fe, por que aquello estaba magnifico, Paquita, la bailarina favorita de Lima, extasiaba á la concurrencia numerosa que la contemplaba, pasando simultáneamente del arrobamiento al entusiasmo. Todo lo mas escogido de la corte del virey en señoras y caballeros estaba reunido allí, y aplaudia á la bella criatura que se deslizaba aérea en las graciosas ondulaciones de una danza original.
De repente, y en medio á los aplausos la tierra se estremeció con un sacudimiento rudo, que derribó los