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res á sentirte arrepentida de tus cupídicas hazañas, sea entonces el arrepentimiento lo que te persiga sin cesar, que te niegue reposo, que te cierre la puerta de todo sér honrado. Maldigo á todo lo que te prometa paz, maldigo á todo que á tí me llevó, y me maldigo á mí mismo, por haberme confiado en tí en aciagos momentos. (Váse).

ESCENA VII.
Tegualda (arrodillada delante de unm tronco de árbol, mostrándose al público de perfil.)

Hueñuyún,
Pavés de los amantes,,
Hueñuyún,
Ven acá!
Estos velos sofocantes
Tu bondad los quitará.

  Con tu alma juvenil
Por do quier amor has divulgado,
Tú conduees al amor desviado
Otra vez á buen carril.

  Sé pues piadosa,
Mi celeste diosa,
Al arrepentido sér
A quien, desterrado
Lejos del amado
Nadie quiere socorrer

  Sálvame, oh diosa pura,
Sálvame de tétrico baldón.
¡Ay! deshaz la desventura
Deste mi amante corazón.

  Donadme, dioses, hartos males,
Negadme paz y el reposo,
Mas que imprecaciones tales
No me separen del esposo.

  Hueñuyún,
Pavés de los amantes
Hueñuyún,
Ven acá.
Estos velos sofocantes
Tu bondad los quitará.