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ESCENA II.
Tulcomara. Un niño.

El niño. (Llorando). Mi corderito, mi manso hueque acaba de llevárselo un león. Ayúdame alcanzarlo. Tal vez logramos salvar mi hueque, si corremos.

Tulcomara. ¿Dónde mi niño? Vamos, préstame las armas que llevas.

El niño. Aquí tienes laques, una honda, piedras, arco y flechas.

Tulcomara. Pasa ligero y vámonos.

ESCENA III.
Tulcomara. El niño. Tegualda (vestida con todo primor.)

Tulcomara. ¡Hola! ¡Qué veo! Ya que me iba, viene lo que para mi entretenimiento buscaba. Oye, niñito, á un animalito que está en bocas de un león, no se le puede ya salvar la vida. La lana del hueque sí te la salvarě y haré pagar al león con su propia vida la vida de tu corderito. Vete pues á encontrar el paradero del pagui, que yo pronto te seguiré con esa lanza que aquella doncella lleva. Que más me entiendo con aquella arma que no con las que tú tienes.

El niño. Daré pues una vuelta por acá. Creo que en el cercano boscaje se habrá escondido.

Tulcomara. Está bien, niñito. Corre, que luego te seguiré. (Sale el niño.)

ESCENA IV.
Tulcomara. Tegualda.

Tulcomara. ¿Por qué tan de prisa? Adónde te conduce tu camino?

Tegualda. A la ciudad, según te lo advierte esta senda que estoy pisando.

Tulcomara.¿A saludar vas al nuevo ulmén quizá?

Tegualda. A eso voy.

Tulcomara. Es temprano aún. Espera algunos momentos, y te acompañaré.

Tegualda. No he menester acompañamiento, gusto de irme sola.

Tulcomara. ¿Por qué tan escabrosa, mi hermosa doncella? ¿De dónde vienes, que tan donosa eres?