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DE SÓFOCLES

penetrando en lo interior, se arrojó hacia él, gritando dolorosamente: «¿Qué has hecho, desgraciado? ¿Qué pretendes ejecutar ahora? ¿Por qué te precipitas á tu perdición? Sal de aquí, hijo mío; te lo pido suplicándotelo.» Su hijo le lanzó una furiosa mirada, y rechazándole con desdén y sin responder palabra, desenvainó su espada de dos filos. Creonte se retiró y evitó el golpe; entonces el infeliz, irritado contra sí mismo, la clavó en el fondo de su pecho; y, dueño aún de sus sentidos, cogió á Antígona en sus brazos desfallecientes; luego exhaló un último violento suspiro, desapareciendo toda la sangre de sus pálidas megi. lias[1]. De tal manera quedó sin vida al lado de la difunta, habiendo encontrado su infortunado himeneo en la mansión de Plutón. Triste ejemplo que enseña á los hombres, ser la temeridad el más funesto de todos los males .—(La Reina , después de escuchar el relato , se retira sin pronunciar palabra.)


  1. Propercio, II, 8 y 21. Quid? non Antigonce tmnulo Boeotius Hemon Corruit ipse suo saucius ense latus? Et sua cum misere commiscuit ossa puedes ' Qua sine ikebana noluit iré domum?