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DE MARRUECOS» 409

apurados nos veíamos tres dias antes, pude contemplar el casco de la goleta de guerra Rosalía, que las olas destrozaban contra las rocas, víctima del mísero desastre de que á nosotros nos libró la Divina Providencia.

Al cabo fondeamos en la rada Norte de Cabo-Negro, frente ála desembocadura del Rio-Azmir, á cuya derecha seveian las tiendas de nuestro ejército; pero la mar estaba tan gruesa todavía, que era imposible desembarcar nada, y fué preciso pasar el dia á bordo.

AI siguiente día 14, todavía habia grandes rompientes en la playa, y creían los marinos que era sumamente peligroso el intentar vencerlas, pero yo no pude dominar más mi anhelo de verme entre el ejército, y embarcándome con el contralor Sr, Ibañez en un bote sin timon, que bien podia llamarse cáscara de nuez, tripulado por dos enfermeros que voluntariamente quisieron acompañarnos en esta aventura, logré, aunque á costa de algun remojo, ser uno de los primeros que desembarcáron en la playa, que desde entonces se llama playa del hambre. En ella estaba el General enjefe, activando con su presencia el desembarco de víveres para aquel ejército que se encontraba sin ninguno; soldados y marinos con las piernas desnudas y metidos en el agua hasta medio muslo, tiraban de los cables para atraer á la playa las barcazas Menas de comestibles que estaban al otro lado de la rompiente, y este rudo trabajo se desempeñaba con grande alegría, viéndose pintada en todos los rostros la satisfaccion del que acaba de salir de un grave peligro.

No era pequeño, en verdad, el que se habia corrido: además de la lluvia incesante y la tempestad que habia tenido al ejército sumido en un lodazal, las raciones llegaron á agotarse, pues aunque las sacaron para cinco dias, sabido es