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DE MARRUECOS.

no teniendo ya donde ponerlos á cubierto, se habia ido colocando á los restantes en filas alrededor de las paredes, por la parte esterior del edificio.

El suelo estaba lleno de heridos, curados todos, pero todos dolientes, todos espuestos al frio de la noche, todos sufriendo el temible relente de aquel clima. A la luz de las hachas de viento con que se iluminaba aquella escena de desolación , se sentia sobrecogida el ajma al ver la palidez de aquellos rostros contraidos por el dolor, al ver aquellos desgraciados que se envolvian en su pobre manta transidos por el frio de la noche, más sensible para ellos en el estado nervioso que sigue á las heridas: todos exhalando ayes de dolor, más ó menos comprimidos por el sufrimiento; los fracturados, que eran muchos, no pudiendo contener el grito punzante de dolor que les arrancaba cualquier movimiento, y esto formaba un coro de lamentos capaz de desgarrar un corazon de bronce. Asemejábase aquel ruido triste, contínuo y suplicante al balido de las ovejas retenidas en el redil. ¡Oh! cuán grandes y terribles son las pruebas á que ha estado sometido el soldado español!

¡Y cómo hacer cesar esta angustiosa crisis! Era preciso llevar á los hospitales de Ceuta todos aquellos desventurados; pero la falta de camillas volvia á hacerse sentir. Todos los soldados sanitarios, á pesar de estar rendidos con su incesante trabajo de aquel día, iban ya llevando heridos por el áspero camino que entre breñas y jarales conducia á Ceuta; los heridos que podian cabalgar, iban ocupando todas las acémilas del primer cuerpo, llevándolas un soldado del ronzal y yendo otro ú otros dos al lado para sostener al desvalido ginete; pero todavía quedaban en el Serrallo muchos, cuya ansiedad crecia 4 medida que veian agolarse los medios