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LA CAMPAÑA

zaba al cuerpo de Sanidad (cosa que con frecuencia se olvida y ha olvidado despues, casi siempre), cuando fuí llamado al Estado Mayor. El General Echagtte postrado, como ya he dicho, en su cama de campaña, me dió la órden de conducir á Málaga los heridos que en disposicion de embarcarse se halláran en los hospitales de Ceuta, pues con el acúmulo de la víspera estaban atestados, y era urgente tener camas para subvenir, así á los heridos que pudieran ocurrir, como á los coléricos que lentamente iban en aumento.

Inmediatamente me trasladé á Céuta, á donde yase estaba organizando la salida de enfermos y heridos, hasta el número de 160; pero el estado del mar no nos permitió embarcarnos hasta las cuatro de la tarde. A esa hora, y provisto por la Administracion militar de las raciones en crudo para mis enfermos, me trasladé con estos en grandes chalanas al vapor mercante Cid, digno nombre del buque que iba á llevar los heridos del dia 25. Los oficiales heridos, entre los cuales se contaba mi amigo el Teniente Torres, de Cazadores de Madrid , se acomodaron en los camarotes destinados á los pasajeros, y la tropa ocupó la cubierta, protejida por un toldo, despues de Henar la segunda cámara con aquellos cuyo estado de salud era más delicado; aunque debo advertir que todos se habian escojido entre los convalecientes ó heridos poco graves.

Apenas las ruedas del vapor empezaron á azotar las olas que pocos dias antes surcaba yo en direccion contraria, hube de ocuparme de que se preparára la comida de los enfermos, puesto que reasumia en aquel hospital las funciones de sanidad y de administracion : tomando, pues , por auxiliar á un sargento primero, que iba entre los convalecientes