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DE MARRUECOS


mente acudieron, á las pocas horas habia dejado de existir. Estos dos ilustres profesores fueron los primeros héroes que sellaron con el sacrificio de la vida su amor á la humanidad, los primeros mártires de la ciencia en el ejército de África; pero por desgracia no fueron los últimos.

Aquellos dias recrudecia la intensidad del mal y pocos fueron los facultativos que con mayor ó menor fuerza dejáran de sentir su influencia; los Sres. Ferrari, segundo Ayudante de Infantería, y Molins, de Artillería, fueron los que en más grave riesgo tuvieron sus vidas, los Sres. Alegret y otros varios acudieron á tiempo á la colerina, y el Sr. Anel, no bien repuesto de su contusion, se vió atacado per la enfermedad reinante, que vencida felizmente por una pronta reaccion, le dejó, sin embargo, en un estado de gravísima debilidad, de la que tardó mucho en reponerse; pero á la flaqueza de su físico suplia la fuerza de su moral, y desde el lecho continuaba ocupándose incesantemente de la salud del ejército, antes que de la suya propia.

Al mismo tiempo un gran número de practicantes eran en los hospitales viotimas de su asíduo celo en la asistencia de los coléricos, habiendo fallecido siete de los mismos.

Otros varios profesores militares estaban postrados en los hospitales, por antiguos achaques ahora renovados ó por enfermedades comunes. En este número se contaban: el Mayor D. Manuel del Valle, el primer Ayudante D. Tomás Solér, el segundo D. Ramon Maspons y algun otro que no recordamos; pero en cambio, á úlimos del mes llegaban diariamente nuevos profesores de la Península, para encargarse de los improvisados hospitales y relevar á los que teniendo funciones que desempeñar en el campamento, necesitaban seguir á las tropas el día en que estas se pusieran en. Llega-