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Página:La Divina Comedia (traducción de Manuel Aranda y Sanjuán).djvu/155

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EL INFIERNO. CANTO II.

llamó aquel para que le curara su orgullosa fiebre[1]: pidióme consejo, y yo me callé, porque sus palabras me parecieron las de un hombre ébrio. Despues añadió:—«No abrigue tu corazon temor alguno: te absuelvo de antemano; pero me has de decir cómo podré echar por tierra los muros de Preneste[2]. Yo puedo abrir y cerrar el cielo, como sabes; porque son dos las llaves á que no tuvo mucho apego mi antecesor[3].»—Estos graves argumentos me impresionaron, y pensando que seria peor callar que hablar, dije:—«Padre, puesto que tú me lavas del pecado en que voy á incurrir, para triunfar en tu alto sólio, debes prometer mucho y cumplir poco de lo que prometas[4].»—Cuando ocurrió mi muerte, fué Francisco[5] á buscarme; pero uno de los negros querubines le dijo:—«No puedes llevártelo; no me prives de lo que es mio: este debe bajar á lo profundo entre mis condenados, por haber aconsejado el fraude, desde cuya falta le tengo cogido por los cabellos. No es posible absolver al que no se arrepiente, como tampoco es posible arrepentirse y querer el pecado al mismo tiempo, pues la contradiccion no lo consiente.»—¡Ay de mí desdi-

    derecha del Tiber, y á 50 kilómetros al N. de Roma: tiene 1737 m. de elevacion, y suele estar cubierto de nieve en su cima. Hubo en él un templo de Apolo, y Carlomagno fundó en su vertiente oriental un convento de San Silvestre, por lo cual tambien se da á dicho monte el nombre de este santo.

  1. El ódio mortal que tenia á los Colonnas, originado por su soberbia.
  2. El papa Bonifacio VIII habia sitiado en vano y por largo tiempo la antigua fortaleza de Preneste, hoy Palestrina; y en último extremo determinó apoderarse de ella for traicion.
  3. El papa Celestino V, que renunció el Pontificado.
  4. El Papa, siguiendo este consejo, fingió que le movia á piedad la suerte de los Colonnas, y les prometió que, si se humillaban, los perdonaria. Habiéndose acercado los cardenales Jacobo y Pedro á pedirle perdon, se lo concedió con tal de que le entregasen la fortaleza: y apenas lo consiguió, mandó arrasarla y edificarla de nuevo en el llano, llamándola Ciudad del Papa.
  5. San Francisco.