recogió tan gran botin de anillos[1], como refiere Tito Livio y no se equivoca, con la que sufrió tan rudos golpes por contrastar á Roberto Guiscardo[2], y con aquella cuyos huesos se recogen aun, tanto en Ceperano[3], donde cada habitante fué un traidor[4], como en Tagliacozzo, donde el viejo Allard venció sin armas[5], y fuera posible que todos los combatientes mencionados enseñaran sus miembros rotos y traspasados, ni aun así se tendria una idea del aspecto horrible que presentaba la novena fosa.
Una cuba que haya perdido las duelas del fondo no se vacía tanto como un espíritu que ví hendido desde la barba hasta la parte inferior del vientre: sus intestinos le colgaban por las piernas: se veia el corazon en movimiento y el triste saco donde se convierte en excremento todo cuanto se come.
Mientras le estaba contemplando atentamente, me miró, y con las manos se abrió el pecho, diciendo:—«Mira cómo me desgarro: mira cuán estropeado está Mahoma. Alí va
- ↑ La segunda guerra púnica, que duró tres lustros; durante la cual se dió la famosa batalla de Cannas, en la que se hizo tal matanza de romanos, que habiendo quitado los anillos á los caballeros muertos, Aníbal envió á Cartago, en prueba de su victoria, tres modios y medio de dichas alhajas.
- ↑ Roberto Guiscardo, hermano de Ricardo, duque de Normandía, que obligó al ejército griego, enviado por Alejo Comneno, á abandonar la Pulla y la Calabria de que se habla apoderado.
- ↑ Ceperano, lugar en los confines de la campiña de Roma hácia Monte Casino: los labradores encuentran aun los huesos de los que allí combatieron y murieron en la primera batalla entre Manfredo, rey de la Pulla y de Sicilia, y Cárlos de Anjou.
- ↑ Los habitantes de la Pulla abandonaron en la accion á su soberano Manfredo, que combatia contra Carlos de Anjou.
- ↑ En Tagliacozzo, castillo del Abruzzo ulterior, combatió Cárlos de Anjou, ya rey de Sicilia, contra Conradino, sobrino de Manfredo. Allard, caballero francés, aconsejó al rey Cárlos, que haþia perdido ya las dos terceras partes de su gente, que atacara con la restante al enemigo, que estaba desordenado ocupándose solo en recoger el botin. Cárlos, siguiendo este consejo, puso en fuga al ejército de Conradino con su sola presencia, por lo cual dice Dante que Allard venció sin armas.