Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/130

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
129
LIBRO TERCERO

nuestros abuelos ". Un viento que se levantó de popa alijera nuestro viaje, y, al fin, abordamos las antiguas costas de los Curutes. Impaciente, construyo al pronto los muros de la deseada ciudad, á la cual llamo Pérgamo: y á mi pueblo, complacido con este nombre, le incito á amar sus nuevos hogares, y á levantar la ciudadela mas alta que las casas[1].

Ya casi todas las naves habian sido puestas en la playa: ya la juventud se ocupaba de nuevos matrimonios, y de labrar los campos: ya les asignaba terrenos para las casas y les daba leyes, cuando vino una estacion mortífera y un lamentable contagio, infestando con su aliento corrompido los cuerpos, los árboles y los sembrados. Unos se separaban de sus dulces almas y otros arrastraban sus dolientes cuerpos. El Syrio abrazaba las estériles campañas: los prados se secaban, y las enfermas mieses no prometia alimento. Mi padre nos exhorta á repasar el mar, é ir otra vez á implorar á Apolo y al oráculo de Ortigia, para que nos diga qué término pone á nuestros fatigosos trabajos: dónde debemos buscar un auxilio á nuestras desgracias, y para donde dirijir nuestro camino.

Era la noche, y el sueño esparcia su sopor sobre todos los mortales, cuando se presentan á mi vista las imajenes sagradas de los grandes Dioses y de los Penates de la Frigia; que desde Troya llevaba conmigo arrancados de en medio de las llamas de la ciudad; patentes con la