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LIBRO TERCERO

Daba entonces de todo mi cuerpo), me lanzo de la cama y tiendo al cielo mis manos y mis plegarias, y hago en mis hogares libaciones de vino puro. Concluido este homenaje, lleno de contento le hago saber todo á Anquises, y le relato por orden todo el portento. Él recodoce el misterio de un doble orijen de los dos padres, y que se ha engañado por la nueva tradicion sobre nuestro antiguo país, y dice: “hijo, victima de los Hados de Troya! solo Casandra me anunciaba tales acontecimientos, y ahora recuerdo que á nuestro linaje auguraba este porvenir, y que muchas veces ella hablaba de la Hesperia y del reino de Italia: emas quién podia crcer que á las riberas de Hesperia habian de ir los Teucros, ni á quien entonces persuadia la profetiza Casandra? Obedezcamos á Apolo[1] y sigamos lo que los avisos de los Dioses tienen por mejor. Dijo, y todos con transportes de gozo obedecimos sus palabras. Abandonamos tambien esta mansion dejando algunos pocos de los nuestros: nos hacemos á la vela y corremos por el vasto mar con nuestros buques.

Cuando las naves estaban en el alta mar, y cuando ya ninguna tierra aparecia, sinó que cielo y agua por todas partes se miraba, una oscura nube se fija sobre nuestras cabezas, trayendo la noche y las borrascas. Las ondas se hacen mas temibles por las tinieblas. Sin cesar los vientos sublevaban el mar, y grandes olas se alzaban.

Erramos dispersos en el vasto abismo. Los nublados