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LA ENEIDA

cias y artificios griegos, tiende al cielo las manos libres de ataduras y esclama: "Å vosotros eternos astros[1] y á vuestras inviolables Divinidades pongo por testigos! ¡y á vosotros tambien, altares y espadas homicidas de las que acabo de librarme! vendas de los Dioses, que ya cual victima llevaba! que lícito me sea romper los juramentos de los Griegos: que licito me sea aborrecerlos y revelar todos sus secretos, si algunos guardan. No estoy ligado ya por ningunas leyes á la patria. Vosotros, permaneced en vuestras promesas, y si digo la verdad, si os correspondo con grandes servicios, ¡oh Troya! si fuereis salvada por mi, sedme fiel."

“Desde el principio de la guerra la confianza y toda la esperanza de los Griegos reposaba en la proteccion de Pallas; pero desde que el impio hijo de Tideo, y Ulises inventor de maldades, fueron á su sagrado Templo[2] á robar el fatidico paladion, y matando las guardias de la alta ciudadela se atrevieron á arrebatar la sacrosanta imajen, y tocar con sus ensangrentadas manos las virginales vestiduras de la Diosa, desde aquel dia debe contarse el término de las esperanzas de los Griegos, la ruina de sus fuerzas, la adversa voluntad de la Diosa. La Tritonia divinidad dió de ello signos claros por portentos indudables. Apenas la estátua fué puesta en sus reales, cuando de sus airados ojos salian resplandecientes llamas, un sudor salado corria por sus miembros, y tres veces (¡inaudito prodigio!) sc avalanzó desde el suelo