Página:La Escuela Moderna - Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista (1912).pdf/235

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del punto preciso en que cesan de ser saludables para convertirse en nocivas: cree que existen sentimientos absolutamente buenos a cualquier grado que se les lleve, lo que no es verdad respecto de ningún sentimiento; cree que existen sentimientos absolutamente malos, lo que es también un error. Desconociendo el organismo que tiene ante sí, desconoce igualmente la influencia que puede ejercer sobre ese organismo tal o cual tratamiento. Cómo evitar los desastrosos resultados que presenciamos diariamente ? Ignorando, como ignora, los fenómenos mentales, sus causas y sus efectos, su intervención suele ser más perjudicial que lo que sería la abstención absoluta. A cada momento dificulta el juego regular y bienhechor de las facultades de su hijo, perjudicando con ello su felicidad y su porvenir, falseando su carácter como falsea el suyo propio, enajenándose además su afecto. Por motivos inspirados en el temor, en el interés y en el orgullo, le inclina a las acciones que cree deber inclinarle, cuidándose poco del móvil, siempre que el acto exterior sea conforme a su idea del bien, desarrollando asi la hipocresía, la poltronería y el egoísmo en vez de los buenos sentimientos. Mientras recomienda la sinceridad, le da constantemente el ejemplo de la mentira, profiriendo amenazas que no ejecuta, y en tanto que le predica el dominio sobre sí mismo, le regaña por cosas que no lo merecen. No sabe que en la cámara de la nodriza como en todo el mundo, la única disciplina saludable es la experiencia de las consecuencias buenas o malas, agradables o penosas que se desprenden naturalmente de nuestros actos. Desprovista de toda luz teórica, incapaz de guiarse por si misma por la observación de los hechos de desarrollo que se cumplen en su hijo, la joven madre sigue la impulsión del momento de una manera ligera y funesta. El gobierno maternal sería casi siempre funesto si no fuera porque la tendencia superior del espíritu joven que le fleva a revestir el tipo moral de la raza triunfa generalmente de todas las influencias secundarias.

La educación intelectual se conduce de la misma manera. Si se admite que el espíritu humano tiene leyes, y que la inteligencia del niño se conforma a ellas, hay que reconocer que la educación no puede

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