Página:La Escuela Moderna - Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista (1912).pdf/57

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y en la ortodoxia católica en especial, es lo contrario de todo en todo a semejante compañerismo. Dígalo, si no, una mujer cristiana, de grande corazón, que rebosando sinceridad, no hace mucho se quejaba amargamente a su iglesia, por el rebajamiento moral que sufría su sexo en el seno de la comunión de sus fieles: « Atrevimiento impío sería que en el templo osara aspirar la mujer a la categoría del último sacristán. »

Padecería ceguera de inteligencia quien no viese, que bajo la inspiración del sentido cristiano, están las cosas, respecto al problema de la mujer, en el mismo ser y estado que lo dejara la Historia Antigua: o quizás peor, y con agravantes de mucho peso. Lo que palpita, lo que vive por todas partes en nuestras sociedades cristianas como fruto y término de la evolución patriarcal, es la mujer no perteneciéndose a sí misma, siendo ni más ni menos que un adjetivo del hombre, atado continuamente al poste de su dominio absoluto, a veces... con cadenas de oro. El hombre la ha convertido en perpetua menor. Una vez mutilada ha seguido para con ella uno de los términos de disyuntiva siguiente: o la oprime y le impone silencio, o la trata como niño mimadoa gusto del antojadizo señor.

Si parece que asoma para ella la aurora del nuevo día, si de algún tiempo a esta parte acentúa su albedrío y recaba partículas de independencia, si de esclava va pasando, siquiera con lentitud irritable, a la categoría de pupila atendida, débelo al espíritu redentor de la cien-

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