Página:La Escuela Moderna - Póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista (1912).pdf/83

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una cruz, una enojosa y pesada carga, la cual tiene que tolerarse hasta que la providencia se harte de vernos sufrir, radicalmente desaparece.

La vida, se nos dice, es para gozar de la vida, para vivirla. Lo que atormenta y produce dolor débese rechazar como mutilador de la vida. El que pacientemente lo acepta es merecedor de que se le considere como un atávico degenerado, o de ser un desdichado inmoral, si tiene conocimiento de lo que hace.

El supremo deber individual que preside a la conciencia del hombre es el deber de nutrirse en todos los aspectos de nuestra vida. El supremo deber colectivo es irradiar la vida por todas partes.

Esa hermosa tendencia tiene que cuajar y arraigar en las generaciones del porvenir, y el medio único y expedito de hacerlo consiste en 1levar a la educación el sentido de Froebel : todo juego bien dirigido se convierte en trabajo, como todo trabajo en juego.

Por otra parte, los juegos sirven para dar a conocer el carácter del niño y a lo que viene llamado a funcionar en la vida.

Los padres y los pedagogos tienen que ser hasta cierto punto pasivos en la obra educadora. Las observaciones del padre y las indicaciones del profesor no deben convertirse en precepto imperativo a la manera de orden mecánica ni militar o mandato dogmático religioso. Unos y otros dan, en el educando, con una vida particular. No se la puede gobernar con dirección arbitraria; se la debe desenvolver dinámicamente, de adentro para afuera, nada

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