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Los vientos, á ruegos de Aquiles, hacen arder la pira en que se quema el cuerpo de Patroclo


CANTO XXIII
JUEGOS EN HONOR DE PATROCLO


1 Así gemían los teucros en la ciudad. Los aqueos, una vez llegados á las naves y al Helesponto, se fueron á sus respectivos bajeles. Pero á los mirmidones no les permitió Aquiles que se dispersaran; y puesto en medio de los belicosos compañeros, les dijo:

6 «¡Mirmidones, de rápidos corceles, mis compañeros amados! No desatemos del yugo los solípedos bridones; acerquémonos con ellos y los carros á Patroclo, y llorémosle, que éste es el honor que á los muertos se les debe. Y cuando nos hayamos saciado de triste llanto, desunciremos los caballos y aquí mismo cenaremos todos.»

12 Así habló. Ellos seguían á Aquiles y gemían con frecuencia. Y sollozando dieron tres vueltas alrededor del cadáver con los caballos de hermoso pelo: Tetis se hallaba entre los guerreros y les excitaba el deseo de llorar. Regadas de lágrimas quedaron las arenas, regadas de lágrimas se veían las armaduras de los hombres. ¡Tal era el héroe, causa de fuga para los enemigos, de quien entonces padecían