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„Ojalá que los Dioses del Olympo
„Permitan destruyais por vuestras manos
„La ciudad de Priämo, y os concedan
„Volverá vuestra patria felizmente
„Dignaos entregarme mi hija amada,
„Aceptando estos dones que os ofrezco,
„Y respetad en mí al excelso Apolo,
„Hijo del grande Júpiter Tonante,
„Que arroja las saetas muy distante.“
 Entonces opinaron comunmente
Todos los demás Griegos, que debia
Respetarse el carácter venerable
Del Ministro de Apolo, y recibirse
Los esplendidos dones que ofrecía.
Mas solo Agamenón inexôrable
Despreció estos consejos, poseído
De una cólera ciega, y muy severo
Despidió al Sacerdote con desayre.
„Huye anciano (le dice), huye al momento
„Lexos de aquestas naves, y no pongas
„Tus temerarios pies jamás en ellas.
„En vano con el cetro y la corona
„Del inmortal Apolo, aqui has venido.
„Nunca yo dexaré tu amada hija,
„Hasta que la vejéz llégue á cogerla,

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