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„De su estimada patria muy distante,
„En mi casa, allá en Argos, ocupada
„En cuidar de mi lecho, y hacer tela.
„Si quieres otra vez volver á Chrysa,
„Y salir de aqui sálvo, no me apures,
„Vete luego, mi enójo no procures.“
 El venerable anciano, intimidado
Con estas amenazas, obedece.
Muy triste y taciturno se retira
Por la costa del mar estrepitoso;
Y estando muy distante de los Griegos,
Dirige al Dios Apolo aquestos ruegos.
 „¡Oh gran Dios, que de plata el arco llevas,
„Y á Chrysa y Cila la divina amparas!
„Rey de Ténedos pio y poderoso!
„¡Oh Dios de Smintho! Si tu hermoso templo
„Alguna vez mis manos coronaron,
„Si grata alguna vez te fue la grasa
„De las piernas de Toros y de Cabras,
„Que he quemado gustoso en tus altares,
„Condesciende á mi ruego fervoroso.
„Haz que paguen mis lagrimas sensibles
„Los Danaos con tus flechas invencibles.“
 Asi dixo rogando, y Febo Apolo
Oyendolo al instante, muy ayrado