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„Y dexa de mandarme, porque nunca
„Me encontrarás dispuesto á obedecerte.
„Solamente una cosa he de decirte,
„Y mis palabras graba en tu memoria:
„Nunca combatiré por una esclava
„Contra tí, ni ninguno de los tuyos.
„Y á tu arbitrio la dexo, y al de todos
„Estos Griegos cobardes, que consienten,
„Con su silencio vil, que despojado
„Me vea indignamente de sus dones.
„Pero de otras riquezas y preseas,
„Que tengo custodiadas en mis naves,
„Te guardarás muy bien de ser osado
„A quitarme ninguna con violencia.
„Si tienes la osadía de pensarlo,
„Verán todos los Griegos, muy en breve,
„Que tu sangre, corriendo por mi lanza,
„Será el fruto ferál de mi venganza.”
 Despues de este debate tan prolixo,
Agamenón y Aquiles se levantan,
Y toda la asambléa se divide.
Aquiles á sus tiendas se retira,
Con su amigo Patroclo, y sus sequaces.
Agamenón, habiendo ya elegido
Veinte bravos remeros, da la orden

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