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Totalmente á sus ordenes sumisos:
„Id (les dice), y entrad luego en la tienda
„Del hijo de Peléo, de la mano
„Sacad de ella á Bryseida, y conducidla
„Al instante á la mia. Si os la niega,
„Yo mismo iré por ella, acompañado
„De un Pueblo numeroso, y mas sensible
„Le será aquesta afrenta irresistible.”
 Estos dos Reyes de Armas, obligados
A obedecer al Rey, van repugnantes
Por la costa del mar estrepitoso;
Y pasando las naves Thesalienses,
A la tienda de Aquiles arribaron,
Y al umbral de la puerta le encontraron.
 Luego que alli lo vieron, la tristeza
Y el terror los ocupa. Temerosos,
Sin poderle decir palabra alguna,
Se detienen; y Aquiles, conociendo
La pena que tenian, se adelanta:
„Bien venidos seais (asi les dice),
„Reyes de Armas, Ministros de los Dioses,
„Y de lo que el Rey manda executores:
„Acercaos á mí, no tengais miedo,
„Pues inocentes sois de los agravios
„E injurias que recibo. Solamente