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Cerca de su baxel toda la noche.
Apenas de la Aurora matutina
Vieron el rosiclér resplandeciente,
Quando pensaron retornar al campo.
Se preparan al punto á la partida,
Enderezan el mástil, y desplegan
Las velas de la nave. El Dios Apolo
Un viento les envia tan propicio,
Que perdieron de vista en un momento
La costa de la mar. Las olas tersas
Batian con estrépito terrible
El baxel, que con suma ligereza,
Hendia del mar vasto la fiereza.
 Luego que asi al Exército llegaron,
Sacaron el baxel sobre la costa,
Por debaxo palancas le pusieron,
Y por tiendas y naves se esparcieron.
 Mientras tanto irritado el noble Aquiles
Se estaba en sus baxeles, y no iba
A ninguna asambléa, donde adquieren
Los hombres una gloria imponderable,
Por sus sabios consejos, ni tampoco
En combate ninguno se encontraba.
Alli en tal inaccion se mantenia,
Consumido de pena y sobresaltos,

 Tomo I.
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