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Tan velóz como el viento, que era origen
De dolores acerbos y mortales.
Luego que aquesta flecha tan terrible
Pone sobre la cuerda, le promete
A Apolo que al instante que retorne
A la ciudad sagrada de la Zelia,
Le inmolará en su altar un hecatombe
De sus mas tiernecitos Corderillos.
Al mismo tiempo tira ácia él la cuerda
Con gran fuerza y vigor, pues solo estaba
Apoyada la punta de la flecha
En el medio del arco. El dardo fiero
Parte rápidamente, da un silbido,
E impetuoso va, como volando,
Por medio de las tropas, deseoso
De herir al que su estrago dirigia.
Mas ¡oh grande y valiente Menelao!
Los Dioses no te olvidan en tal lance,
Y la hija de Jove la gran Palas,
Caudillo de las tropas, la primera
Cruzandose delante de tu pecho,
Da otro gíro á la flecha, y de esta suerte
De tu cuerpo al instante la separa.
Asi como una madre amante y tierna,
Que ve dormir su hijo dulcemente,