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Los Troyanos estaban en su campo
Como están las Obejas numerosas
De un hombre poderoso, en los redíles,
Mientras la blanca leche les ordeñan,
Que balan sin cesar, oyendo entonces
La voz de los Corderos; de esta suerte
El confuso clamor de los Troyanos
Por aquel vasto Exército resuena;
Pues aunque todos ellos no gritaban
De un modo, ni era él mismo su idioma,
Una confusa mezcla era de lenguas,
Como tropas unidas y sacadas
De diversas naciones congregadas.
 Marte excitando iba á los Troyanos,
Y Minerva animaba á los Argivos.
Seguian á estos Dioses juntamente
El Terror con la Fuga y la Discordia,
Hermana y muy amiga del Dios Marte,
Que siempre está insaciable de furores,
Y parece pequeña al levantarse:
Mas luego, aunque camina por la tierra
Su cabeza orgullosa se remonta
Y se esconde en el Cielo. Aquesta Diosa
Implacable fomenta y va inspirando
El rencor en las almas de unos y otros,